26 abril, 2007

I.M.PEI: MUSEO MIHO Y LOS DURAZNOS EN FLOR.


I. M. PEI. MIHO MUSEUM, JAPAN.
ENGLISH VERSION


Había una vez un pescador en Buryo, China Oriental, quien, remando por un riachuelo en la montaña, encontró un maravilloso huerto de duraznos en flor. Impresionado por la belleza de la escena primaveral, siguió remando hasta el final del bosquecillo, donde le llamo la atención un rayo de luz saliendo de una pequeña cueva, al pie de una montaña. Saltó de su bote y se adentró a la caverna que lo condujo, a través de un estrecho camino, a un espléndido poblado con magníficos campos y gente hospitalaria, que lo acogió por varios días.

Así comienza el popular cuento de “El manantial de los duraznos en flor”, proveniente de China, en la dinastía Jin. Y acuñando esta historia, el arquitecto Chino-Norteamericano I.M. Pei diseña su museo Miho, en Japón, a una hora de Kyoto. Pei, ganador del premio Pritzker en 1983, y reconocido internacionalmente por el ingreso al Grand Louvre y por el singular Banco de China en Hong Kong, resuelve el museo Miho (1997) con humildad pero impresionante maestría constituyendo una joya de la arquitectura paisajista contemporánea.


Semejantemente al cuento, el visitante arriba a una plazoleta rodeada de árboles de durazno precedida de un edificio de planta triangular: el Pabellón de Recepción, que contiene también un restaurante y biblioteca. Desde allí, sigue un sendero de suave pavimento, que se contornea, atraviesa la montaña, se convierte en túnel y luego en puente, descubre sorpresivamente el museo, y arriba a una plazoleta circular frente al mismo. El puente en si es una obra de arte. Una estructura de acero inoxidable embotado de 220 m. de longitud cuyos tensores parecieran salir de la montaña cual rayos de luz.

Puente de acceso al Museo

El museo se ubica en la cima de una montaña boscosa en la prefectura de Shiga, en un área naturalmente protegida. Otro museo similar, el Getty Center en California, diseñado por Richard Meier se instala en la cima de una colina en Santa Mónica, irguiéndose como una atalaya y dominando la ciudad a sus pies. La actitud de Pei es más humilde, sumergiendo su museo en tierra, o mas específicamente hablando, removiendo la tierra, construyendo el museo y volviéndolo a cubrir. De esta manera, rinde homenaje a la naturaleza, que para los japoneses tiene un carácter animista y religioso.


El edificio, casi embebido en el bosque, constituye una diferencia notable a la actitud europea con respecto a la relación naturaleza-arquitectura

Perspectiva y planta del museo
Cortesía Miho Museum


Otro de los principios seguidos por Pei es el respeto a la tradición chino-japonesa, a pesar de la modernidad de su lenguaje. Al ingresar al museo se asciende a través de escalinatas, en actitud procesional, como si se tratara de un templo budista (Ver Hasedera y el valle recluido).


Luego, se es recibido por una puerta corrediza de vidrio y metal, que al cerrarse forma un círculo perfecto: la puerta china de la luna.


Al ingresar, la geométrica estructura evoca claramente a la cobertura de madera y par y nudillo de la minka, o casa rural japonesa.


En el hall principal, el arquitecto se sirve de un viejo principio asiático que los japoneses llaman shakkei, o “paisaje prestado”, incorporando al edificio la vista de un árbol de pino y lejanas montañas que le sirven de marco escénico y cuya contemplación sugiere paz y espiritualidad.

Utilizando la técnica del "paisaje prestado" el museo se conecta visualmente a la sede del Sinji Shumeikai y su escultural campanario (también diseñados por Pei), una secta religiosa que es también propietaria del museo.

El recorrido interior es salpicado de zen y el juego de la luz y la disposición de los ambientes, sutilmente sugieren una sensual intimidad que evoca la delicada gracia de la casa japonesa.


El acabado de los materiales es exquisito. Las linternas de piedra de la escalinata de ingreso contienen alabastro español. El suave color beige de la piedra caliza francesa evoca tibieza y contrasta armoniosamente con la tetraédrica estructura metálica de tubos de acero-carbono.
Asimismo, la incidencia solar es controlada por celosías de aluminio pintadas en sepia, que imitan madera.


Incluso en el concreto se uso aditivos para asemejar los tonos sepia del conjunto. Para enfatizar aun mas la sensación de calidez y valiéndose de la doble altura del espacio, Pei no dudó en introducir un árbol al interior, y un juego de balcones hacia el poniente.


Así como el museo destaca en si por su calidad arquitectónica, también es notable la colección que alberga. Propiedad de la multimillonaria familia Koyama, fundadores de la secta religiosa Sinji Shumeikai (una organización que promueve la alabanza a Dios mediante la contemplación de la belleza y las obras de arte), el museo contiene cerca de 250 piezas de indudable calidad entre las que se encuentran muestras de arte persa, egipcio, romano, hindú y chino.

Imponente figura de Arsinoe II, aprox. de 250 AC, en granodiorita negra.

Una rara y antigua representación de Buda con caracteres helénicos, siglo II d.C. proveniente de Pakistán.

Para el mundo del arte y la arquitectura, el museo Miho provee una sobrecogedora instancia de circunspección, un edificio erigido con carácter, pero sin la intención de imponer estilo alguno. Se adapta física y visualmente al sitio, y sus elementos se yerguen o sumergen con el contorno de la montaña. Se anida en la tierra, consistente con la antigua tradición japonesa de que la naturaleza no se puede separar del ser humano. Ambos son parte de un todo.

Presionar aquí para ver un video del Miho Museum





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Gracias Rhoda por la compañía al museo

3 comentarios:

  1. wooow me ha enkando....sigue publikndo, me enkantaria recorrer cada rincon de este museo, de verlo me transporta, m produce sensaciones agradables...


    Me pasare mas seguido x aqui.

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  2. La arquitectura es sin duda un arte que no muchas personas pueden tener, me gustan mucho tus blogs porque presentan verdaderas artes de arquitectura.

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  3. Me parece que deberian haber mas construcciones como estas alrededor del mundo, sin duda la gente que las hizo son muy creativos.

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