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“La ciudad del Cusco era casa y morada de los dioses. Y así había en toda ella ni fuente ni pozo ni pared que no decían tenía misterio”.
"...that city of Cuzco was house and dwelling of gods, and thus there was not, in all of it, a fountain or passage or wall which they did not say held mystery."
Es ineludible establecer una similitud entre la cultura japonesa y el mundo andino prehispánico en lo referente a la relación del paisaje y la arquitectura tradicional. En el caso específico de los baños públicos, ambas culturas establecieron una relación entre el agua, lo espiritual y el paisaje. Sin embargo, y talvez por que las lluvias son menos pródigas en la semi árida cordillera andina que en el boscoso archipiélago japonés, los baños en el imperio Inca pertenecieron a un ámbito más circunspecto, un círculo asociado a lo divino y lo sagrado y vinculado al culto al agua. Por ello, según Fernando y Edgar Ellorrieta, es notorio que de los cerca de trescientos cincuenta adoratorios que circundaban la ciudad del Cusco en Perú, noventa y dos fueran destinados al culto de manantiales y fuentes de agua.
Impresionantes trabajos de ingeniería y fina arquitectura asociados a las fuentes pueden ser encontrados en Tipón, Ollantaytambo y Machu Picchu entre otros y los baños del Inca en Cajamarca eran considerados un lugar de descanso del soberano del incario. Importantes trabajos acerca del culto al agua en el imperio inca incluyen "Culto al Agua en el Antiguo Perú" por Rebeca Carrión Cachot y "los Trabajos Hidráulicos del Inca en el Antiguo Perú" por Alberto Regal Matienzo.
El caso que hoy nos ocupa es un pequeño complejo llamado Tambomachay, ubicado a unos 8 kms. al norte del Cusco y muy cercano a las ruinas de Puka Pukara.
Tambomachay proviene de dos vocablos quechuas: Tampu que era una especie de hospedaje y Machay, que significa caverna, y que se refiere a las numerosas cuevas que rodean el lugar y que según la tradición habrían sido objeto de veneración. Es probable, sin embargo, que Tambomachay haya sido un alojamiento cercano, una casa, y que este sitio , según Bernabé Cobo (1653) se haya llamado originalmente Quinua Puquio (el manantial de la quinua), "una fuente de dos manatiales cerca a Tambomachay".
El conjunto es una impresionante escenografía empotrada en las estribaciones de la montaña, un un marco meticulosamente erigido en torno a un manatial subterráneo, un homenaje al agua como fuente de vida. La integración al paisaje es tan lograda que el complejo parece ser parte del mismo: no es sólo un lugar desde dónde contemplar la naturaleza, Tambomachay es parte del paisaje.
El complejo principal consta de cuatro muros que definen terrazas empotradas en el cerro, dispuestas de modo que generan un efecto de profundidad cuyas capas resultan de la topografía.
La edificación utiliza la famosa cantería de piedra inca, compuesta de bloques irregulares finamente labrados y perfectamente ensamblados, aunque su calidad no es tan espectacular como la que se encuentra en algunos templos del Cusco.
En la terraza superior se ubican cuatro nichos trapezoidales de aproximadamente 2 metros cada uno. Según el arqueólogo García Rossell, los cimientos del conjunto parecen indicar que originalmente era un recinto cerrado, y frente al conjunto se ubicaba un torreón circular que debió tener fines de defensa y comunicación. "Todo hace suponer que el lugar donde se encuentran las ruinas haya sido una de las residencias favoritas de los incas, como un balneario de reposo, a la vez que uno de los pilares del sistema defensivo del valle del Cusco" menciona.
En la parte inferior, se hallan los llamados "Baños del Inca" una fuente litúrgica en la que dos canales artísticamente tallados vienen virtiendo el líquido elemento desde hace siglos, todos los días del año, todas las horas del día. Según el investigador norteamericano Jerry Fairley la construcción inca controla la descarga de agua subterránea entre dos riscos de piedra caliza. Las paredes de piedra recolectan y flitran el agua, retardando su descarga y logrando un flujo permanente y controlado.
A la derecha del conjunto se ubican unas diminutas escaleras precedidas de un muro que presenta dos nichos de disímil tamaño. A continuación se halla un pórtico de doble jamba, utilizada frecuentemente en otras construcciones incas para jerarquizar un ingreso. Junto ha éste se encuentra un pequeño recinto que sirve de antesala al manantial.
Tambomachay es un complejo interesante, al que los miles de turistas que lo visitan no dedican generalmente más allá de 15 minutos. Pero visto con detenimiento, llama la atención por su profundo significado, por la compleja parafernalia dispuesta para la veneración de un manantial, por el estudiado y meticuloso conocimiento del entorno natural, no sólo por la madurez estética con la que se integra al paisaje y por la simpleza espiritual que transmite el sonido del agua, si no por la inventiva tecnológica que dialoga con las entrañas de la tierra. Un trabajo de este nivel denota la topofilia de la sociedad inca, expresada claramente en la poderosa simpleza de su arquitectura.
"La topofilia... puede ser útil para incluir a grandes rasgos todos los lazos afectivos que unen al ser humano con su ambiente material... La respuesta al ambiente puede ser meramente estética: puede variar desde el fugaz placer que se obtiene de una vista hasta el igualmente fugaz pero mucho más intenso sentido de la belleza que es súbitamente revelada..."
"...that city of Cuzco was house and dwelling of gods, and thus there was not, in all of it, a fountain or passage or wall which they did not say held mystery."
Juan Polo de Ondegardo, cronista, 1571.
Es ineludible establecer una similitud entre la cultura japonesa y el mundo andino prehispánico en lo referente a la relación del paisaje y la arquitectura tradicional. En el caso específico de los baños públicos, ambas culturas establecieron una relación entre el agua, lo espiritual y el paisaje. Sin embargo, y talvez por que las lluvias son menos pródigas en la semi árida cordillera andina que en el boscoso archipiélago japonés, los baños en el imperio Inca pertenecieron a un ámbito más circunspecto, un círculo asociado a lo divino y lo sagrado y vinculado al culto al agua. Por ello, según Fernando y Edgar Ellorrieta, es notorio que de los cerca de trescientos cincuenta adoratorios que circundaban la ciudad del Cusco en Perú, noventa y dos fueran destinados al culto de manantiales y fuentes de agua.
Impresionantes trabajos de ingeniería y fina arquitectura asociados a las fuentes pueden ser encontrados en Tipón, Ollantaytambo y Machu Picchu entre otros y los baños del Inca en Cajamarca eran considerados un lugar de descanso del soberano del incario. Importantes trabajos acerca del culto al agua en el imperio inca incluyen "Culto al Agua en el Antiguo Perú" por Rebeca Carrión Cachot y "los Trabajos Hidráulicos del Inca en el Antiguo Perú" por Alberto Regal Matienzo.
El caso que hoy nos ocupa es un pequeño complejo llamado Tambomachay, ubicado a unos 8 kms. al norte del Cusco y muy cercano a las ruinas de Puka Pukara.
Tambomachay proviene de dos vocablos quechuas: Tampu que era una especie de hospedaje y Machay, que significa caverna, y que se refiere a las numerosas cuevas que rodean el lugar y que según la tradición habrían sido objeto de veneración. Es probable, sin embargo, que Tambomachay haya sido un alojamiento cercano, una casa, y que este sitio , según Bernabé Cobo (1653) se haya llamado originalmente Quinua Puquio (el manantial de la quinua), "una fuente de dos manatiales cerca a Tambomachay".
El conjunto es una impresionante escenografía empotrada en las estribaciones de la montaña, un un marco meticulosamente erigido en torno a un manatial subterráneo, un homenaje al agua como fuente de vida. La integración al paisaje es tan lograda que el complejo parece ser parte del mismo: no es sólo un lugar desde dónde contemplar la naturaleza, Tambomachay es parte del paisaje.
El complejo principal consta de cuatro muros que definen terrazas empotradas en el cerro, dispuestas de modo que generan un efecto de profundidad cuyas capas resultan de la topografía.
La edificación utiliza la famosa cantería de piedra inca, compuesta de bloques irregulares finamente labrados y perfectamente ensamblados, aunque su calidad no es tan espectacular como la que se encuentra en algunos templos del Cusco.
En la terraza superior se ubican cuatro nichos trapezoidales de aproximadamente 2 metros cada uno. Según el arqueólogo García Rossell, los cimientos del conjunto parecen indicar que originalmente era un recinto cerrado, y frente al conjunto se ubicaba un torreón circular que debió tener fines de defensa y comunicación. "Todo hace suponer que el lugar donde se encuentran las ruinas haya sido una de las residencias favoritas de los incas, como un balneario de reposo, a la vez que uno de los pilares del sistema defensivo del valle del Cusco" menciona.
En la parte inferior, se hallan los llamados "Baños del Inca" una fuente litúrgica en la que dos canales artísticamente tallados vienen virtiendo el líquido elemento desde hace siglos, todos los días del año, todas las horas del día. Según el investigador norteamericano Jerry Fairley la construcción inca controla la descarga de agua subterránea entre dos riscos de piedra caliza. Las paredes de piedra recolectan y flitran el agua, retardando su descarga y logrando un flujo permanente y controlado.
A la derecha del conjunto se ubican unas diminutas escaleras precedidas de un muro que presenta dos nichos de disímil tamaño. A continuación se halla un pórtico de doble jamba, utilizada frecuentemente en otras construcciones incas para jerarquizar un ingreso. Junto ha éste se encuentra un pequeño recinto que sirve de antesala al manantial.
Tambomachay es un complejo interesante, al que los miles de turistas que lo visitan no dedican generalmente más allá de 15 minutos. Pero visto con detenimiento, llama la atención por su profundo significado, por la compleja parafernalia dispuesta para la veneración de un manantial, por el estudiado y meticuloso conocimiento del entorno natural, no sólo por la madurez estética con la que se integra al paisaje y por la simpleza espiritual que transmite el sonido del agua, si no por la inventiva tecnológica que dialoga con las entrañas de la tierra. Un trabajo de este nivel denota la topofilia de la sociedad inca, expresada claramente en la poderosa simpleza de su arquitectura.
"La topofilia... puede ser útil para incluir a grandes rasgos todos los lazos afectivos que unen al ser humano con su ambiente material... La respuesta al ambiente puede ser meramente estética: puede variar desde el fugaz placer que se obtiene de una vista hasta el igualmente fugaz pero mucho más intenso sentido de la belleza que es súbitamente revelada..."
Yi-Fu Tuan
Topofilia. Un estudio de Percepción, Actitudes y Valores Ambientales.
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Esta Ciudad Inca tiene una majestuosidad increible, y una riqueza arquitectonica impresionante, ademas una vez que estas ahi puedes experimentar una comunion con Dios y con la naturaleza, es simplemente maravilloso.
ResponderBorrarGracias amig@
ResponderBorrarEl uso del agua y la integración con el paisaje son característicos en la arquitectura inca.
Si te interesa algo más sobre la energía en estos lugares, en este blog podrás encontrar interesantes comentarios que gentilmente ha ingresado Esther al final de este post y aquí también.
Muchas gracias por tu visita.
Precioso templo del agua. Sorprendente como todo lo que el pueblo Inca realizó, muy recomendado.
ResponderBorrarEl uso del agua y la integración con el paisaje son característicos en la arquitectura inca.
ResponderBorrarSi te interesa algo más sobre la energía en estos lugares, en este blog podrás encontrar interesantes comentarios que gentilmente ha ingresado Esther al final https://ideandando.es/que-es-el-arte-romano/