Pero todos sabemos que dentro de unos meses cederá finalmente su trono y pasará a ser el segundo más alto; y tras unos años, aquél edificio coreano lo relegará al tercer lugar. No importa. Taipei 101 siempre será interesante como edificio-símbolo de una nación y como un testimonio de la increíble tecnología constructiva que se requirió para ponerlo de pie.
CONTEXTO
Taipei es la capital de la República de China, o Taiwán para los amigos (no confundir con la República Popular China, cuya capital es Pekín). Desde su fundación como república por Chiang Kai Shek en 1945, la otrora Formosa emprendió un continuo proceso de desarrollo inundando al mundo de productos Made in Taiwan, mientras su gigantesco vecino se sumergía en la pobreza, la hambruna y el atraso de la mano de Mao Zedong. En ese desarrollo le acompañarían luego Corea, Malasia, Singapur, Tailandia y, posteriormente, la propia China.
A fin de no perder protagonismo, a finales del siglo XX se decidió crear un edificio símbolo del progerso y el poder económico de la isla, cuya figura refleje la expresión de la cultura taiwanesa y cuya altura le valga el reconocimiento del mundo como el rascacielos más alto del planeta.
DISEÑO
Resulta irónico que para el Taipei 101 (diseñado en 1995 y construido entre 1997 al 2004), símbolo del ingreso de Taiwán al nuevo milenio, se haya optado por un lenguaje claramente postmodernista, una corriente que perdió actualidad en los 80s. El uso de la simetría, elementos ornamentales, color y la idea de hacer un edificio “en forma de algo” son características típicas de esta corriente.
La razón de ello se entiende por el expresivo simbolismo que este edificio quería transmitir, propio de la cultura china, rica en tradición e iconografía, y que debía ser legible por el ciudadano común. No se quería una caja abstracta, como las Torres Gemelas de Nueva York (en el tiempo del diseño aún de pie) sino algo que transmitiera una imagen de un edificio “auténticamente taiwanés”, una idea influenciada por el carácter islámico que impuso César Pelli a sus Torres Petronás en Kuala Lumpur.
Originalmente la idea consistía en desarrollar un conjunto de edificios comerciales, uno de 60 pisos reodeado de otros de alrededor de 20 pisos, en el distrito de Chang Chong. El proyecto, liderado por el arquitecto C.P. Wang, de C.Y. Lee & Associates. Sin embargo, finalmente se decidió hacer un solo gran edificio de 101 pisos, que se convertiría en el más alto del mundo.
Para la concepción arquitectónica del edificio, el arquitecto se inspiró en algunos elementos tradicionales de la cultura china. El bambú, material constructivo utilizado frecuentemente por su dureza y flexibilidad, la pagoda, símbolo de paz, y la geometría simétrica de una flor abierta.
A esto añadió muchos referentes en la numerología, un arte aún muy utilizado en China. El 101, es decir 1 más de cien, y el 8, o sea 1 más de 7, son números propicios para la prosperidad y la buena suerte. Por ello el edificio está compuesto por 8 secciones piramidales invertidas, representando la forma del bambú. Pero además, cada una de estas secciones tiene un fin estructural, cuyo anillo exterior distribuye las cargas del edificio hacia el centro del mismo.
El interior también refleja un estilo ecléctico, incluyendo una serie de elementos ornamentales tomados de la cultura oriental y mezclados con características occidentales.
Voluptuosas formas esculturales adornan el interior del edificio (vamos, muchachos, me refiero a los adornos de la izquierda, arriba)
Detalle de la muestra de arte oriental exhibido al interior del edificio
El edificio alcanza una altura de 510 m con sus 101 pisos, además de un pináculo de 60 metros que lo corona. En su base se ubica una plaza, la cual funciona como un gigantesco reloj solar.
CONSTRUCCIÓN
Si bien el diseño arquitectónico de este edificio ha originado controversia, su diseño estructural y su manejo energético sustentable le han valido general aplauso.
El gran reto de Taipei 101 no era sólo construir el edificio más alto del mundo, sino hacerlo en Taiwán, una zona sacudida frecuentemente por dos de las fuerzas más destructoras de la naturaleza: terremotos y tifones. Lo difícil del asunto radica en que la solución que se ha dado respectivamente para estos eventos es contradictoria: los edificios tienden a ser flexibles para soportar mejor los sismos y rígidos para evitar el balanceo que originan los fuertes vientos. ¿Pero cómo lograr las dos cosas a la vez? La respuesta de Taipei 101 es una innovativa maravilla de ingeniería y tecnología constructiva, diseñada principalmente por Evergreen Consulting y ejecutada por Samsung, la misma compañía coreana que construyó el Burj Dubai.
Diseño antisísmico
El terreno de Taipei es poco consistente, compuesto básicamente de arcilla y localizado cerca a una gran falla tectónica.
Para ello, 382 pilotes de concreto se enterraron en el terreno hasta encontrar roca sólida, y sobre ellos se creó una base de concreto de 23,000 m3 sobre la que descansa la torre (nos hemos referido a recursos similares anteriormente en el caso de Potsdamer Platz en Berlín y al Burj al Arab y Burj Dubai, en Dubai)
El edificio debía ser al mismo tiempo resistente y ligero, para que no se hundiera ni colapsara por su propio peso. Para ello, se creó una mega estructura de acero y concreto en el centro del edificio, unida a 8 supercolumnas de acero mediante una trama de arriostres horizontales. Se utilizaron hasta 5 tipos de acero en Taipei 101, cada uno con diferentes especificaciones de dureza y ductibilidad.
Las supercolumnas fueron hechas sobre la base de unas 50 cajas de acero prefabricadas, que fueron ensambladas luego en el lugar de la construcción.
La prueba de fuego de la estructura se dio el 31 marzo del 2002, durante un terremoto de 6.8 grados. Si bien el sismo produjo el colapso de unas grúas que en su estrepitosa caída mataron a 5 personas, la estructura en sí quedó intacta.
Diseño anti-tifones.
Taiwán se halla también afecta al impacto de tifones, principalmente en verano, pero dada la altura del edificio, cualquier viento de mediana intensidad puede ser un factor de riesgo, creando vorágines que hagan oscilar la estructura continua y acumulativamente y ocasionar daños en la misma o cuando menos efectos en sus ocupantes.
Para contrarrestar la fuerza de los enormes vientos, se creó un amortiguador de masa, que funciona como sistema de absorción de vibraciones actuando como un contrapeso gigante, que neutraliza el empuje de los tifones. Es decir, cuando el edificio se inclina hacia un lado, el contrapeso lo hace hacia el lado opuesto, anulando la fuerza del empuje.
Hacer clic en la imagen para ver animación
Para ser efectivo, esta esfera debe ser 1/1000 de la masa total del edificio, lo que significan 6,600 toneladas. Con ese peso era imposible izar la esfera desde el suelo hasta el piso 87, aún con las grúas más poderosas, por lo que tuvo que ser soldado in situ, luego colgarla de 16 cables de acero de 10 cm de ancho, y finalmente sujeta a amortiguadores hidráulicos gigantes. Esta pieza de tecnología es tan interesante en sí, que es mostrada al público en unas salas de exhibición especial.
Adicionalmente, el propio diseño de la fachada, que usa retranqueos en las esquinas del edificio , reduce el efecto dinámico de los vientos en 30 a 40%.
Otros
Además de su portentosa estructura, un edificio de tal magnitud requiere un monumental desarrollo de instalaciones sanitarias, eléctricas, seguridad, aire acondicionado, anti-incendios, etc., todas ellas operadas por computadora con los más altos estándares de calidad. El simple hecho de evacuar un inodoro desde el piso 101 acumularía una fuerza de gravedad que haría estallar cualquier tubería común, por lo que una serie de subestaciones de desagüe van transfiriendo paulatinamente la enorme cantidad de desechos del edificio hacia la red de desagüe subterránea.
Adicionalmente, el edificio acoge los ascensores más rápidos del mundo, viajando a una velocidad de 60 km/h. Cada caja de ascensores está balanceada electrónicamente y presurizada para evitar daños en el oído.
En el piso 91 se encuentra el observatorio, desde donde se domina el perfil chato de la capital taiwanesa y sus montañas circundantes, un paisaje donde el edificio Taipei 101 se yergue imponentemente en solitario.
Aviso en la terraza del observatorio al airelibre, en el piso 91: "No saltar del edificio, bajo pena de muerte"
Atardecer en Taipei
VER TAMBIÉN:
- EDIFICIOS EN ALTURA
- Burj Al Arab. Dubái, Emiratos Árabes Unidos (Thomas Wright).
- Burj Dubai. Dubai, Emiratos Árabes Unidos. (Smith/SOM)
- CCTV Headquartes, Pekín, China (Rem Koolhaas)
- Edificio Lloyd's, Londres, Inglaterra (Richard Rogers)
- Perla del Oriente, Shanghai, China
- Potsdamer Paltz, Berlín, Alemania. (Renzo Piano)
- Torre Agbar, Barcelona, España (Jean Nouvel)
- Torres KIO , Madrid, España (Philip Johnson)
- Torres Petronas, Kuala Lupur, Indonesia (César Pelli)
- Umeda Sky Building (Hiroshi Hara)
7 comentarios:
esa ultima es LA foto!
saludos Carlos
Jajaja... en lo personal me gusta más la penúltima.
Un abrazo Eduardo.
Una información muy clara e interesante para los que nos gusta la arquitectura pero no disponemos de conocimientos técnicos.
Enhorabuena.
Muchas gracias, es un placer.
Saludos a la gente de la parroquia de Tirán
Qué bonitos artículos escribes siempre.
Creo que poco a poco me voy haciendo adicto a tus actualizaciones. Además, muestras muchas veces una Arquitectura de la que no conozco nada, y aprender es lo más bello del mundo, gracias.
Muchas gracias Dani. Pues este espacio siempre te dará la bienvenida.
Mucha suerte en tus estudios y con Contexto y Concepto... ambos se llevan muy bien con cereales y leche... yummy!!
Un saludo.
Siempre he querido visitar Taiwan porque tengo una amiga que vive alla y me ha contado que la arquitectura es increible, especialmente los rascacielos
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