12 septiembre, 2008

TADAO ANDO: MUSEO OYAMAZAKI

Continuando con esta pequeña serie dedicada a museos contemporáneos en edificios históricos, como en el caso de Libeskind y Kurokawa, presentamos en Mi Moleskine Arquitectónico dos museos poco conocidos del maestro Tadao Ando en los que conjuga una restauración de edificios históricos con una intervención contemporánea que se integra a ellos. El primero de estos artículos se refiere al Museo de la Villa Oyamazaki (o Asahi Beer Oyamazahi Museum) (1991) en Kioto.

Quiero aprovechar la ocasión para referirme a un capítulo particular de la historia de la arquitectura japonesa. En varias oportunidades hemos comentado en este moleskine ejemplos sobresalientes de su notable arquitectura tradicional: sus templos, casas de té, villas, casas urbanas, casas rurales y jardines, todos ellos se desarrollaron en el archipiélago con características autóctonas y con influencias chinas y coreanas. No obstante, a partir de 1868 durante la Era Meiji, mientras Occidente descubría estas maravillas, los propios japoneses daban la espalda a su tradición e importaban, con arquitectos incluidos, los estilos europeos, como el neoclásico, ecléctico y victoriano. Esto dio lugar a espléndidos ejemplos pertenecientes a estos estilos, con los que Japón buscaba demostrar al mundo que se había convertido en una nación moderna.


Luego de la guerra, aquellos edificios que no fueron asolados por los bombardeos, fueron destruidos por la vorágine del crecimiento urbano, que engulló verdaderas joyas arquitectónicas de finales del siglo XIX y principios del XX. Uno de esos ejemplos sobrevivientes es la Villa Oyamazaki, perteneciente al empresario Shotaro Kaga y ubicada al pie del monte Oyamazaki, en la confluencia de los ríos Katsura, Uji y Kizu.


Kaga, quien diseñó su propia casa en estilo Tudor Revival en los años 20, de acuerdo a lo que había visto mientras estudiaba en Inglaterra, decidió convertirla en museo antes de su muerte. Deteriorada con el paso de los años, la villa fue adquirida por la empresa cervecera Asahi, quienes junto al gobierno de la prefectura de Kioto encargaron la restauración y puesta en valor de la casa al arquitecto Tadao Ando.


He de confesar que me causó sorpresa descubrir la faceta de restaurador de Ando, un arquitecto que se ha destacado por la construcción de modernos edificios con u particular y geométrico lenguaje arquitectónico.


En el caso del Museo Oyamazaki, el arquitecto propone un salón circular hundido en el paisaje, a fin de no perturbar las vistas de la casa, cuya terraza ha sido cubierta de césped.


Sobresale como contrapunto vertical una caja de concreto opaca que contiene los ascensores y, en contraste, una alargada galería vidriada horizontal que, transparentándose al máximo, esconde las escaleras que conducen al salón circular.


Al lado de la galería discurre una pátina de agua, que luego forma parte de un jardín de la época Meiji.


Pero más que en este gran salón cilíndrico, cuya única obra es un gran cuadro de lilas de Monet (eso sí, la sensación al ingresar es impresionante), la tarea de Ando reposa en la meticulosa reconstrucción del edificio original, la estudiada selección de materiales que armonicen con los originales y el respeto y la humildad con la que Ando combina lo moderno con lo antiguo. Varios elementos interiores de la casa de madera fueron restaurados: la chimenea, las vigas, arcos y cielorrasos de madera, acabados y reforzamiento estructural.


Andó mostró su fascinación con la visión de Kaga, especialmente en el segundo piso, desde cuya terraza las visuales son espléndidas. Definitivamente el edificio está volcado hacia el exterior, una cualidad que resalta Ando.
“Omiyazaki presenta una vista completa del área donde convergen los ríos Katsura, Uji y Kizu; y la terraza es tan grande que nunca te cansas de la vista”.



Ando hizo un cuidadoso estudio de los planes originales y puso mucho empeño en restaurar el espíritu original de la casa, utilizando materiales y colores que combinen y se fundan con los antiguos. Sin embargo, profesionales de la restauración han criticado el gesto de Ando, al “disfrazar” materiales nuevos para que parezcan antiguos. Algunos restauradores hubieran preferido un proceso de anastilosis, en los que se diferencie claramente lo original de lo nuevo.


Ando se defiende diciendo que su intención era restaurar el espíritu de la casa, más que llevar a cabo una restauración “científica” de la misma. Para ser franco, no pude percatarme de la diferencia y sucumbí al engaño, pero por otra parte fue muy grato sertirme en medio de un espacio que pareciera transportar al visitante cerca de 100 años atrás.


Creo que esa fue también la sensación del público, aplaudiendo la intervención y contemplando con gusto la muestra que la instalación alberga, las cerámicas, laqueados, textiles, pinturas e incluso arreglos florales de ikebana.


La restauración también alcanzó al jardín exterior, al que se han añadido caminerías, pozas y esculturas contemporáneas.


Para la próxima entrega, reseñaré otro museo que da cuenta de la experiencia de Ando como restaurador: el Museo de Literatura para Niños, en Tokio.

VER TAMBIEN/SEE ALSO:

- OTRAS OBRAS DE TADAO ANDO / OTHER WORKS BY TADAO ANDO.

- MUSEOS



4 comentarios:

Carlos Zeballos dijo...

¡Lo logré!
Pude completar este post sin sucumbir a la tremenda tentación de hacer bromas escatológicas con la divertida combinación de los apellidos del propietario de la villa y el notable arquitecto (Kaga + Ando)...
:-)

viagra online dijo...

Hermoso lugar, la arquitectura del lugar es increible, un estilo bastante oderno a mi parecer, lleno de detalles.

Carlos Zeballos dijo...

Estimado amigo
Muchas gracias por sus comentarios en el blog. Me halaga su entusiasmo y me alegra que los temas aqu[i publicados le hayan gustado.
Cordiales saludos

Inversiones en oro dijo...

La arquitectura es sin duda un arte que no muchas personas pueden tener, me gustan mucho tus blogs porque presentan verdaderas artes de arquitectura.