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28 septiembre, 2010

TADAO ANDO: MUSEO CHIKATSU-ASUKA

La imagen de la torre de concreto sobre una gran escalinata, que pertenece al Museo Chikatsu Asuka (1990-94), es una de las más conocidas entre la obra de Tadao Ando, correspondiente a su etapa proyectual intermedia. Menos conocido es el tema y la razón de ser del museo: el estudio de las tumbas Kofun y Asuka, a las que dedicaré el próximo post. De esta forma el lector podrá tener una idea más completa del museo, no solamente de sus componentes volumétricos y espaciales (materia de esta entrada) sino de su trasfondo paisajístico, histórico y cultural, aspectos que la literatura dedicada a este edificio muchas veces ha dejado de lado.

“Se trata de que el edificio sea el centro para la exhibición y el estudio de la Época de los Túmulos (Kofun), y mi propuesta fue crear un museo ambiental que incorporara no sólo las tumbas diseminadas por el lugar, sino también el entorno natural de los montículos funerarios”.
Tadao Ando


EMPLAZAMIENTO

El museo se ubica en el parque arqueológico de Fusoki-no-Oka, en Chikatsu-Asuka, al sur de la prefectura de Osaka, en un territorio salpicado de cientos tumbas en forma de túmulo o kofun. Entre estas tumbas se encuentra la del príncipe Shotoku (574-622), quien estableció los principios del gobierno civil en Japón. Tal vez la razón de la localización de estas tumbas en la zona se deba a las características de este paisaje: una fértil planicie rodeada de suaves colinas, que le otorgan un clima templado y hermosas vistas. Además de las tumbas, aparecen por entre las colinas pobladas de árboles de cerezo y ciruelo, algunos campos agrícolas.


Precisamente la aproximación al edificio (es una caminata de alrededor de 1 km) permite entrar en contacto con el paisaje a través de una serie de senderos y jardines, que son especialmente agradables durante la época de primavera, cuando los árboles están en flor.


En el trayecto encontramos algunos elementos de diseño paisajista, como este cilindro que recuerda al Espacio para la Meditación en la UNESCO, París.



Frente al museo se ubica un estanque, que es también un elemento natural aprovechado en el diseño de Ando. Un pequeño sendero acompaña el borde de esta laguna hasta presentarnos de golpe, casi como una sorpresa, la imponente figura del museo.


CONCEPTO
Ando concibe su museo como una gran plataforma escalonada empotrada en la ladera de una colina.



Este es un tema que el arquitecto ya había explorado, aunque más dramáticamente, en las viviendas de Rokko. Pero en el caso del museo Chikatsu-Asuka, la edificación se convierte en la topografía visible de la colina.


Se trata de una extensa plataforma escalonada de 60 m x 12 m, cubierta con adoquines de granito Mikage, típico de la región de Kansai. La asociación de esta plataforma con un monumento funerario es tangible, aunque a decir verdad recuerda más a un templo centroamericano que a uno japonés.


Recalco la idea que las escalinatas son una interpretación de la topografía, ya que en realidad no conducen a nada. Ciertamente pueden ser usadas como un auditorio al aire libre, o simplemente como un sitio donde sentarse para contemplar el paisaje, dominado por el estanque en primer plano.


Dos volúmenes equivalentes pero opuestos intersecan con esta superficie inclinada. El primero de ellos es una torre que permite observar los túmulos desde lo alto de su tope. La textura lisa y modulada del concreto de este monolito contrasta con la imperfecta rugosidad de los adoquines de granito.


El segundo elemento es un pozo de luz, de las mismas dimensiones de la torre pero en negativo, es decir, una caja llena de vacío. El equilibrio de estos dos elementos compositivos, tan simples pero tan contundentes, va más allá de lo meramente formal y establece un contraste entre el carácter fúnebre, subterráneo y profundo de un sepulcro y el deseo de resaltar y conmemorar al fallecido con un hito monumental.


Además de estos volúmenes, un canal peatonal cruza la plataforma como una llaga que la hiere diagonalmente. Este callejón con paredes de concreto liso, que desemboca en la entrada principal del museo, enmarca una parte del paisaje estableciendo una conexión visual y simbólica con el entorno que lo rodea. Es como un cuadro vivo, un recurso a menudo utilizado en la arquitectura japonesa.


El ingreso es definido por un corte curvo, un sesgo cilíndrico que se sustrae del volumen de la plataforma. El arquitecto utiliza esta geometría diferente para jerarquizar el ingreso al edificio, el cual no es muy aparente desde su aproximación desde el parqueo. Nótese la fuerza de los planos que definen el canal de acceso y que cortan a su vez el muro curvo de acceso.

Foto cortesía de Dani Rubio.

INTERIOR




Al ingresar, el espacio es luminoso; nos recibe un pozo de luz que corresponde a la caja vacía y que acoge una enorme stupa de piedra, la cual es visible en su integridad gracias a unos puentes que el arquitecto a dispuesto en niveles superiores.

Enorme stupa de piedra. Nótese la escala humana.

De allí, se nos ofrece una panorámica del museo, visto desde un balcón. Poco a poco se realiza un tránsito desde la luz a la penumbra, replicando la experiencia de ingresar a una de las tumbas Asuka y tal vez, en un sentido más metafísico, ofreciendo una metáfora del tránsito entre la vida y la muerte.

Foto cortesía de hetgallery

El centro de la composición reproduce también la forma de ojo de cerradura, típica de las tumbas Kofun. Una rampa desciende circularmente para enmarcar un gran modelo a escala de la tumba del emperador Nintoku.
Creo que la idea de colocar una maqueta de la tumba en el centro de la rampa circular, que además cuenta con iluminación especial, es una forma interesante de jerarquizar el tema al que el museo está dedicado.


Sin embargo, me decepcionó un poco que justo debajo de la torre de concreto, la cual al interior acoge una cavidad oscura y sobrecogedora, debajo de este espacio que debería tener un rol más importante, se encuentran únicamente dos esqueletos de caballo. No es que estas reliquias no sean interesantes, pero podrían haber sido ubicadas en otra parte, para dar al visitante la experiencia del gran vacío negro sobre su cabeza. En todo caso, intuyo que este es un error más del curador que del arquitecto.


CONSTRUCCIÓN


LA MUESTRA
Salvo aquél detalle menor, el museo cuenta con una ilustrativa muestra sobre la cultura y arquitectura funeraria y religiosa de las épocas Kofun y Asuka, que reseñaré en un contexto más amplio en el siguiente post. Hasta entonces.

Foto cortesía de Dani Rubio.

VER TAMBIÉN:

- OTRAS OBRAS DE TADAO ANDO
Junto a mis estimados Pilarcita y Giancarlo, integrantes del grupo "Los Perujines"... si fuéramos un grupo musical, ésta bien podría ser la foto de portada de nuestro próximo CD.

30 julio, 2010

MUSEO TUMBAS DEL SEÑOR DE SIPÁN


El descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán, gobernante de la cultura Mochica en Perú, es, junto con los Guerreros de Terracota en Xian, China, uno de los más importantes hallazgos arqueológicos delas últimas décadas. La portada del New York Times, entre las muchas publicaciones internacionales que le dedicaron artículos, resaltaba la frase “Hazte a un lado, Tut” en referencia a la famosa tumba egipcia de Tutankamón.


El Museo Tumbas Reales del Señor de Sipán, en Lambayeque, al norte del Perú, obra del arquitecto Celso Prado Pastor, muestra en detalle los contenidos de este hallazgo y es (lo digo sin chauvinismos) uno de los más emocionantes museos históricos que haya visitado, tanto por la extraordinaria calidad de la muestra que allí se expone, como por la museografía, que recrea la aventura de los arqueólogos que descubrieron el más importante tesoro funerario de las Américas.

Foto cortesía de Michael Tweddle

EL DESCUBRIMIENTO DEL SEÑOR DE SIPÁN

El prestigioso arqueólogo Dr. Walter Alva, entonces director del Museo Brüning en Chiclayo, fue informado de la recuperación de diversas joyas y artefactos de manos de saqueadores. Entre ellos se encontraban impresionantes piezas de oro de la cultura Moche que habían sido encontradas en la zona de Huaca Rajada, cerca de Sipán, al norte del Perú. Era 1987, y el Perú atravesaba por una dura crisis económica, además del azote del terrorismo. La limitada dotación policial no se daba abasto para controlar el saqueo constante de las tumbas. Entonces, con un poco de apoyo privado y mucho entusiasmo, Alva y un grupo de arqueólogos iniciaron excavaciones arqueológicas en la zona antes mencionada.


Imagino la emoción de este estoico equipo al encontrar la tumba intacta de un gran Señor Moche, el equivalente al Inca de esta cultura, ya que tenía poderes administrativos y religiosos. El monarca había sido enterrado con un impresionante atavío de joyas de oro y plata, pero además con sus esposas, un niño, dos llamas, un perro, un soldado (al que se le había amputado una pierna) y un vigía, dispuestos en sucesivas cámaras hechas de madera de algarrobo.


No solamente se encontró una tumba sino, posteriormente, un total de 18 esqueletos ataviados, que permitieron dar un nuevo enfoque al conocimiento que se tenía de la cultura Moche.

El siguiente vídeo da cuenta de este descubrimiento.


Luego de 1500 años los vestigios del monarca estaban bastante deteriorados, por lo que para su recuperación y restauración se contó con la cooperación alemana.


Mientras tanto, había que buscar un terreno para construir un museo apropiado que albergara semejante descubrimiento (no faltaron funcionarios que quisieron acondicionar edificios existentes, pero Alva insistió en que se llevara a cabo un museo ad hoc).


Museo Tumbas del Señor de Sipán durante su construcción. Foto cortesía de MTSS.


La cooperación suiza donó una quinta parte del presupuesto, pero al ser requeridos más fondos el restaurado Señor de Sipán inició un recorrido por Norteamérica, Asia y Europa, convirtiéndose en una exposición bastante concurrida durante su periplo. Finalmente el gobierno peruano completó la partida presupuestal y donó un terreno de 7 has. en l Lambayeque, pequeña ciudad que sin embargo cumplía las condiciones requeridas para acoger este equipamiento, y que sería beneficiaria del gran impacto que el museo supondría.

Junto al Dr. Walter Alva en Lambayeque. Sencillo y amable, a él le debemos tanto el descubrimiento de la tumba del Señor de Sipán, como la gestión y promoción del Museo de este patrimonio.

EMPLAZAMIENTO
El museo se ubica en la pequeña ciudad de Lambayeque, a 10 km de Chiclayo. Dada la generosidad del área del terreno el edificio se retira de la vía, lo cual favorece su contemplación.
Precisamente, el arquitecto se vale de los estacionamientos y de un amplio jardín de césped para establecer un ámbito espacial intermedio entre el museo y la vía principal.


CONCEPTO
Es obvia la inspiración del proyectista en temas mochicas: las rampas, los taludes, la forma piramidal y masiva del edificio, el color, el uso de una plaza hundida previa, etc. son reminiscentes de la arquitectura monumental moche. No me pareció, sin embargo, que en general el arquitecto haya caído en el facilismo de copiar elementos icónicos y adosarlos como pastiches en un edificio anodino. Por el contrario, me parece una obra de arquitectura contemporánea, con expresión y sintaxis propias, y cuyo homenaje al legado histórico ha pasado por un estudiado proceso de abstracción.


La fachada del lado Este es de color rojizo, masiva y corpulenta, rítmicamente dividida por unas bruñas amarillas, que acompañan la pendiente y al mismo tiempo evidencian la pensada modulación del edificio. Los colores del conjunto recuerdan también a los utilizados en la Huaca de la Luna.

Foto cortesía Monarcaxx

Vista nocturna del muso antes de su inauguración, cortesía de ARKINKA.

La fachada resalta la forma de los prismas que se engarzan a 45 grados, dejando leer la geometría cuadrada de su generatriz. En ellos se ubican cinco esculturas de bronce que replican los estandartes hallados en la tumba.


A la fachada este se contrapone la cara sur, más escultórica y transparente, que enfrenta a la plaza hundida. Aquí se hace clara la colisión de los prismas que generan entre sí el espacio para una mampara trabajada con una trama metálica azul girada, que conforma la salida del museo. ¿Sería ésta acaso una referencia a los paños que se encuentran en los murales de la Huaca de la Luna?


En todo caso, hay quienes critican esta puerta por tener un lenguaje “postmodernista” o también por evidenciar que el edificio es hueco, y no macizo como una auténtica pirámide moche.


Personalmente creo que el tema del estilo de la puerta es secundario. Lo que sí, si alguna crítica tuviera que hacerle al edificio es que la espectacular parafernalia volumétrica del exterior no se evidencia claramente desde el interior, y como se podrá evidenciar en el estudio de las plantas, la organización espacial es bastante simple, aunque por otro lado devela un gesto de humildad del arquitecto, al declinar cualquier protagonismo del continente a favor del precioso contenido.


Fachadas y cortes del museo.

La plaza hundida, además de ser una expansión a la salida del museo, es otra referencia a la arquitectura moche. Sin embargo, un elemento contemporáneo es la modulación, que se hace evidente en la trama amarilla de los pisos y que corresponde con las bruñas del conjunto.


Otro elemento interesante en el volumen es la rampa, que ha sido separada del volumen principal por un puente para no quitarle pureza a la volumetría del museo.


La organización museográfica del edificio no es simplemente un conjunto de joyas expuestas, sino que conduce al visitante a través de un recorrido que intenta replicar la experiencia del descubrimiento de la tumba por los arqueólogos. Para ello el arquitecto se sirve de un recurso fenomenológico: conduce al visitante al tercer nivel a través de la rampa, a la manera de los antiguos centros religiosos como la Huaca de la Luna, para luego ir descendiendo al interior del museo hasta terminar el recorrido en la plaza hundida.


DISTRIBUCIÓN

La rampa culmina en una marquesina que evoca el mismo lenguaje de la puerta de salida sur.


Posteriormente, se ingresa a una cámara oscura, que evoca a alguna galería subterránea. La atmósfera general del museo es oscura, por momentos un tanto ófrica, en contraposición a otros museos generosamente iluminados por luz natural.


Pero es esta semi penumbra la que permite admirar, por contraste, los artefactos de metales y piedras preciosas, puntual y dramáticamente iluminados para tal fin. No se trata solamente de un aspecto estético, sino funcional, ya que la luz solar daña los objetos mostrados.


La muestra está organizada en 10 temas. Al ingresar por la tercera planta se ubican temas sobre la Cultura Mochica y la circulación va conduciendo al visitante en una muestra ubicada en S y que lo pone en contacto con aspectos generales de esta cultura, como arquitectura, pesca, orfebrería, etc. así como su particular cosmogonía. Hay también equipamientos de apoyo, como una sala de vídeo que se halla adosada lateralmente.


Tercera planta

Tras descender por unas escaleras laterales hallamos la segunda planta, que se desarrolla en torno a la Tumba del Señor de Sipán, que ocupa el centro del espacio y conforma el eje de la muestra.


En este nivel también desarrollan temas como el Santuario de Sipán y las Tumbas Reales, la Investigación Arqueológica, la, la Tumba del Sacerdote. Es en este nivel donde se pueden ver algunas de las joyas más impresionantes de toda la colección, trabajadas en oro y plata o también la increíble restauración de los collares de pequeñísimas cuentas que adornaban el pecho del Señor.

En el nivel inferior se puede ver también la Tumba del Señor de Sipán abierta en un lado. La acompañan otras tumbas, La Tumba del Viejo Señor de Sipán, temas de conservación y restauración y la tumba saqueada.
Tumba del Viejo Señor de Sipán, probablemente un ancestro del Señor principal.

Primera Planta

Hay también aquí una detallada recreación del mundo mochica hecha con maniquíes animados y juegos de luces. Estos maniquíes hiperrealistas, realizados por Edilberto Mérida y Eva Centeno, se hicieron usando modelos reales buscados en las zonas rurales de la región, teniendo en cuenta características antropomórficas de los huaco retratos moche.


BONUS

A unos 50 m del museo los investigadores han realizado una reconstrucción de un barrio mochica, utilizando la evidencia provista de la cerámica y el arte de esta cultura. Utilizando barro y madera de algarrobo y colores presentes en otras ruinas, se hallan habitaciones sencillas, de techos ligeros, paredes lisas y aberturas que facilitan la ventilación. Un interesante complemento al muso para tener una experiencia más real del modo de vida y la vivencia del espacio de esta antigua cultura americana.


VER TAMBIÉN
- CULTURA MOCHICA
- MUSEOS HISTÓRICOS

Nuestro agradecimiento al Sr. Rivadeneyra y su familia por su gentil hospitalidad.