28 marzo, 2011

LA CASA DE VARGAS LLOSA EN AREQUIPA

Hace unos meses visité la casa del escritor Mario Vargas Llosa en el antiguo Boulevard Parra, en Arequipa, Perú, una vía que ya no es boulevard y que hoy lleva el nombre del ilustre escritor. Estaba pensando en preparar un post al respecto, que complemente aquél sobre el Colegio Militar Leoncio Prado, donde el premio Nóbel de literatura estudiara en su juventud.
Sin embargo y afortunadamente, el propio Mario se me adelantó en una deliciosa columna publicada en el Diario El País -mucho mejor de lo que yo hubiera podido hacerlo, obviamente-, la cual reproduzco a continuación. Al final de la misma incluyo también un corto vídeo sobre la casa, convertida hoy en un museo sobre el escritor.


LA CASA DE AREQUIPA
Por Mario Vargas Llosa

La casa en que nací, en el número 101 del Boulevard Parra, en Arequipa, el 28 de marzo de 1936, no tiene ninguna distinción arquitectónica particular, salvo la vejez, que sobrelleva con dignidad y que le da ahora cierta apariencia respetable. Es una casa republicana, de principios del siglo veinte.

El Boulevard Parra fue construido a principios de siglo, uno de los primeros en romper con el patrón urbano cuadriculado colonial en favor de un arbolado afrancesado. Posteriormente la avenida se ensanchó y se eliminaron los árboles. Por aquí transitaba el antiguo tranvía al balneario arequipeño de Tingo.

Había oído en la familia que desde su lado este se tenía una magnífica vista de los tres volcanes tutelares de mi ciudad natal, pero ahora ya no se ven los tres, solo dos, el Misti y el Chachani, que lucen esta mañana soberbios y enhiestos bajo el sol radiante. En los 75 años transcurridos desde que vine al mundo han surgido edificios y construcciones que ocultan casi enteramente al tercero, el Pichu Pichu. Otro mérito de esta casona es haber resistido los abundantes temblores y terremotos que han sacudido a Arequipa, tierra volcánica, si las hay, desde entonces.

Consta de dos pisos y desde su terraza trasera se divisa una buena parte de la sosegada campiña arequipeña, con sus pequeños huertos y chacras. Su jardín delantero está completamente muerto, pero las lindas baldosas modernistas de la entrada brillan todavía. La familia Llosa alquilaba el segundo piso a los dueños, la familia Vinelli, que vivía en la planta de abajo. La primera vez que yo pude entrar y conocer por dentro la casa donde nací y pasé mi primer año de vida fue a mediados de los años sesenta. Entonces vivía allí, solo, un señor Vinelli, afable viejecito que se acordaba de mi madre y mis abuelos, y que me enseñó el cuarto donde mi madre estuvo sufriendo lo indecible durante seis horas porque yo, por lo visto, con un emperramiento tenaz, me negaba a entrar en este mundo. La comadrona, una inglesa evangelista llamada Miss Pitzer, después de esta batalla tuvo todavía ánimos para ayudar a dar a luz a la madre de Carlos Meneses, que es ahora director del diario “El Pueblo” de Arequipa.

El boulevard Parra se ubica frente a la estación de ferrocarril, construida por empresarios ingleses, quienes hicieron sus casas en Arequipa. Ellos trajeron un nuevo patrón arquitectónico, la casa chalet, con amplios jardines delanteros, diferentes a las casas coloniales cuya fachada se ubicaba a ras de vereda. La casa de Vargas Llosa también pertenece a ese estilo.
Foto de los Hermanos Vargas (hasta donde yo sé, no tienen parentesco con el escritor) c. 1928.

Como solo viví un año aquí, no tengo recuerdo personal alguno de la casa del Boulevard Parra. Pero sí muchos heredados. Crecí en Cochabamba, Bolivia, oyendo a mi madre, mis tíos y abuelos contar anécdotas de Arequipa, una ciudad que añoraban y querían con fervor místico, de modo que cuando vine por primera vez a la Ciudad Blanca –así llamada por sus hermosas iglesias, conventos y casas coloniales construidas con piedra sillar, que destella con la luminosidad de las mañanas–, yo tuve la sensación de conocerla al dedillo, porque sabía los nombres de sus barrios, de su río Chili, de sus volcanes y de esas barricadas de adoquines que levantaban los arequipeños cada vez que se alzaban en revolución (lo hacían con frecuencia).

Mis primeros recuerdos personales de Arequipa son de ese viaje, que tuvo lugar en 1940. Había un Congreso Eucarístico y mi mamá y mi abuela me trajeron consigo. Nos alojamos donde el tío Eduardo García, magistrado y solterón, que era reverenciado en la familia porque había estado en Roma y visto al Papa. Vivía solo, cuidado por su ama de llaves, la señora Inocencia, que puso bajo mis ojos, por primera vez, un chupe de camarones rojizo y candente, manjar supremo de la cocina arequipeña, que luego sería mi plato preferido. Pero esa primera vez, no. Me asustaron las retorcidas pinzas de esos crustáceos del río Majes y hasta parece que lloré. Del Congreso Eucarístico recuerdo que había mucha gente, rezos y cantos, y que un señor con corbata pajarita, en lo alto de una tribuna, discurseaba con ímpetu. Lo aplaudían y mi abuelita Carmen me instruyó: “Se llama Víctor Andrés Belaunde, es un gran hombre, y además nuestro pariente”. Estoy seguro de que en ese viaje ni mi madre ni mi abuela me mostraron la casa en que nací.

Foto cortesía del diario La República

Porque la casa del Boulevard Parra traía a mi madre recuerdos siniestros, que solo muchos años después, cuando yo era un hombre lleno de canas y ella una viejecita, se animó a contarme. En esa casa se había casado, con un lindo vestido de novia, en un oratorio levantado bajo la escalera –lo atestigua la fotografía de los “Vargas Hermanos”, inevitables en todos los casamientos de la Arequipa de entonces–, con mi padre, un año antes de mi nacimiento, y de allí habían partido ambos hacia Lima, donde la pareja viviría. Se habían conocido en el aeropuerto de Tacna poco antes y mi madre se había enamorado como una loca de ese apuesto radiooperador que volaba en los aviones de la Panagra. Mis abuelos habían intentado demorar esa boda. Les parecía precipitada y rogaron a mi madre esperar un tiempo, conocer mejor a ese joven. Pero no hubo manera, porque a Dorita, cuando algo se le metía en la cabeza, nadie se lo sacaba de allí, ni siquiera cortándosela (rasgo que, creo, también le heredé).



El matrimonio fue un absoluto desastre, por los celos y el carácter violento de mi padre. Sin embargo, cuando mi madre quedó embarazada, el caballero pareció amansarse. Mi abuelita anunció que iría a Lima, a acompañar a su hija durante el parto. Mi padre propuso que más bien Dorita viajara a dar a luz a Arequipa, rodeada de su familia. Así se hizo. Desde el día en que se despidieron, el caballero no volvió a dar señales de vida, ni a responder las cartas y telegramas que mi madre le enviaba. Así fue como ella, mientras yo crecía en su vientre y pegaba las primeras pataditas, descubrió que había sido abandonada. “Fue un año atroz”, me confesó, con la voz que le temblaba. “Por la vergüenza que sentía. Durante el primer año de tu nacimiento no salí casi nunca de la casa del Boulevard Parra. Me parecía que la gente me señalaría con el dedo”. Había sido abandonada por un canalla y era ella la que se sentía avergonzada y culpable. Tiempos atroces, en efecto.

Todas las veces que he venido a Arequipa desde entonces y he pasado por el Boulevard Parra a echar un vistazo a la casa en que nací, he tratado de figurarme lo que debió ser la vida de esa muchacha veinteañera, con un hijo en brazos y sin marido, (cuando mis abuelos, a través de un abogado amigo, hicieron saber a mi padre que había tenido un hijo, él se apresuró a entablar una demanda de divorcio), autosecuestrada en esta vivienda por temor al qué dirán. Los abuelos debieron también sufrir mucho con lo ocurrido y pensar que aquello era una deshonra para la familia. Por eso, nadie me quita de la cabeza que la familia Llosa abandonó el terruño al que estaba tan aferrada y partió a Bolivia para poner una vasta geografía de por medio con aquella ‘tragedia’ de la pobre Dorita.

Foto cortesía del diario La República

¿Lo consiguieron? ¿Fueron felices en Cochabamba? Yo creo que sí. Recuerdo mis años cochabambinos como un paraíso. En la gran casa de la calle Ladislao Cabrera, la vida de la tribu familiar parecía transcurrir con sosiego y alegría. Mi madre era joven y agraciada, pero nunca aceptó galanes, en apariencia porque, siendo tan católica, para ella no había más que un matrimonio, el de la Iglesia. Sin embargo, la razón profunda era que, pese a todo, seguía amando con toda su alma al caballero que la maltrató. Que diez años después de su ‘tragedia’ volviera a juntarse con él, así lo demostraría.


Pero esta mañana soleada y hermosísima no está para pensar en cosas tristes y truculentas. El cielo es de un azul impresionista y hasta el desvencijado caserón del Boulevard Parra parece contagiado del regocijo general. El alcalde de Arequipa acaba de decir unas cosas muy bonitas sobre mis libros y si mi madre hubiera estado aquí habría soltado algunos lagrimones. El burgomaestre recordó, también, todo el tiempo que han pasado aquí los Llosa, desde que llegó a esta tierra el primero de la estirpe, a comienzos del siglo dieciocho, don Juan de la Llosa y Llaguno, desde la remota Trucios, un enclave cántabro incrustado en Vasconia. Y por supuesto que mi madre se hubiera alegrado mucho de saber que esta casa que le traía tan malos recuerdos será, a partir de ahora, una institución cultural, donde los arequipeños vendrán a leer y a sumergirse en las fantasías literarias y a soñar con ellas y a vivirlas, como ella me enseñó a hacer para buscar la felicidad cuando todavía yo babeaba y mojaba las sábanas a la hora de dormir.

Mario Vargas Llosa, 2011.

14 marzo, 2011

LA TRAGEDIA DEL TERREMOTO DE SENDAI, JAPÓN

El pueblo de Minamisanriku bajo el agua. Fuente The Independent.

- “Ha habido un terremoto cerca de Tokio” me dijo mi jefe el pasado viernes.
- “Sí, ya lo sé”, le respondí. “Hace dos días hubo un terremoto grado 7”
- “No”, me replicó. “Ha habido otro terremoto mucho más fuerte, cerca de Sendai, hace pocos minutos”.
Y quedamos perplejos al ver imágenes del aeropuerto de Sendai completamente inundado.



Y es que aunque parezca extraño, a pesar de vivir a 500 km del epicentro, en Kioto no sentimos nada, y nos enteramos como la mayoría de ustedes, por internet.
A los pocos minutos, mi angustiada esposa me llamó desde el otro lado del mundo por Skype, ya que los teléfonos no funcionaban. Como sismóloga, ella había recibido una alerta del USGS.
- “Hay una gran falla inestable en esa zona. Se esperaba un sismo grande, pero no se sabía cuando iba a suceder”.
En las próximas horas el mundo se estremeció con las terribles imágenes de este mega-terremoto grado 9.0 y de los devastadores tsunami que arrasaban poblaciones enteras en las costas de que afecto las costas de Fukushima, Miyagi e Iwate.



Vale recalcar que Japón aprendió de sus desgracias pasadas, particularmente en el terremoto de Kobe en 1995 (7.2 grados Richter), y gracias a ello los edificios han resistido relativamente bien, a pesar de que el terremoto del viernes fue 500 veces más fuerte. Eso se debe a las estrictas regulaciones antisísmicas que se siguen en la construcción de edificios.
Pero para lo que nadie estaba preparado era la fuerza de los maremotos. El fin de semana nos ha ido mostrando cada vez más la magnitud del horror de esta tragedia, que según algunas fuentes sobrepasarían los 10,000.

Dos impresionantes vistas de Sendai antes y después del maremoto. Fuente The New York Times

Mientras tanto, la tragedia no da tregua. Tras las numerosas y fuertes réplicas han seguido explosiones en las centrales nucleares en Fukushima. En Tokio hay racionamiento de energía y transporte, y todo esto ocurre a finales de invierno, cuando las temperaturas en el norte de Japón pueden llegar a 0 grados. Me apena pensar en aquellos que lo han perdido todo, y que tienen que sobrevivir en el frío de la noche. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, hay una alerta de otro tsunami de 3 metros que se aproxima a las costas de Fukushima, Iwate y Aomori

Explosión en el reactor nuclear de Fukushima. Fuente: Alerta News.

¿Qué lección podemos aprender de ello los planificadores y arquitectos? Definitivamente, la prevención. En Japón existen, por ley, espacios libres y refugios a donde la gente puede acudir en estos casos, además de sistemas de alarma que alertan a la población hasta 1 minuto antes de producirse el sismo. Pero más allá de eso, la sociedad japonesa es un ejemplo de solidaridad. No se ha reportado un solo saqueo, no hay demandas por agua o alimentos. Nadie es aquí antes que los demás, todos hacen fuerza para procurar el bien común ante la desgracia, exactamente como cuando sucedió después de la guerra mundial.

¡Fuerza, Japón! Eres un país que siempre ha sido más grande que sus desgracias.


PD. Agradezco a los mensajes de lectores y amigos preguntando por mi situación tras el terremoto. Muchas gracias por su consideración.

02 marzo, 2011

KUROKAWA: ASOCIACION DE ENFERMERÍA, TOKIO

Foto cortesía de koki

La Asociación de Enfermería de Japón tenía una sede en Omotesando antes de que esta zona se llenara de tiendas de alta costura. Conforme al nuevo rol de la calle y sin querer perder su carácter social, encomendó su remodelación y ampliación al recientemente desaparecido arquitecto Kisho Kurokawa.

Foto cortesía de japanese craft association

El edificio se ubica cerca a famosos edificios, como Dior por SANAA, Gyre por MVRDV y Omotesando Hills por Tadao Ando. No muy lejos de allí está también Spiral, por Fumihiko Maki.


CONCEPTO
El concepto de metabolismo postulado por Kurokawa en los 70's, evolucionó al de simbiosis, proponiendo en este caso una integración del edificio con su entorno.
Para ello Kurokawa incluye funcionalmente una serie de tiendas en los primeros niveles, integrando el edificio a su entorno al área comercial de Omotesando.


Un pórtico permite la integración de la calle con el interior del edificio, donde se ha creado un espacio a manera de parque semipúblico. Al interior, el edificio goza de jardines y terrazas arboladas.
Integración del espacio interior con el entorno.
Foto cortesía de Mondo Tiki Man

Adosado al edificio se halla un cono acristalado, que me recordó al Centro Nacional de Arte, también diseñado por Kurokawa y que ya comentáramos en este moleskine. Como puede verse en la cronología, la sede de Enfermería debió haber influenciado elementos de diseño en el museo, ya que aquélla fue diseñada en 1999, mientras que el Centro de Arte lo fue en el 2000.

Fotos cortesía de koki y nyred

- OTRAS OBRAS DE KISHO KUROKAWA

01 marzo, 2011

ALVAR AALTO: FINLANDIA HALL


Sin duda el edificio más importante de Alvar Aalto en Helsinki es el Finlandia Hall, no solamente por el tamaño y la calidad de su fábrica, sino por la importancia que este complejo tuvo en el planeamiento de la capital finesa. Si bien es cierto el plan de Aalto incluía a esta sala de conciertos como parte de un plan urbano mucho mayor, lo cierto es que su presencia ha sido el catalizador para el desarrollo de varias obras urbanas importantes, como el Museo KIASMA o la nueva Sala de Música.


UBICACIÓN

El edificio de forma alargada semeja un barco anclado al final de la Bahía de Töölö. Cerca a éste hay una pequeña colina que inicia un cinturón de vegetación en torno a la bahía.

Esta vista satelital es del 2007, cuando todavía la nueva sala de conciertos estaba iniciando su construcción. Fuente Google Earth.


BREVE HISTORIA

La plaza central de la ciudad de Helsinki, incluida , fue encargada por el Zar Alejandro I de Rusia, y su Catedral diseñada por el arquitecto alemán Carl Ludvig Engel. En 1961 la ciudad de Helsinki encargó a Alvar Aalto, el más notable arquitecto moderno finés, del desarrollo de un gran plan urbano para el centro de la ciudad, cuyo edificio más conspicuo habría de ser un edificio para el Congreso y para conciertos. Este plan, que nunca fue llevado a cabo como tal, incluía una serie de equipamientos culturales en torno a la bahía. Sin embargo, se llegó a realizar el Finlandia Hall, construido entre 1967 y 1971.

Estampilla de Alvar Aalto con el Finlandia Hall como su edificio emblemático.

COMPOSICIÓN VOLUMÉTRICA

El edificio se caracteriza por su horizontalidad y asimetría, interrumpida por el volumen de la sala de conciertos que y tiene una forma trapezoidal truncada.


A su vez, dicha horizontalidad es tratada mediante una secuencia de ventanas verticales que le dan ritmo a la fachada.


Tanto el exterior ha sido recubierto de mármol de Carrara, una idea que tomó Aalto de su viaje a Italia. Según él, este material no necesitaba mantenimiento y traería vistosidad y alegría a la ciudad, caracterizada por su clima oscuro y deprimente.


Sin embargo, el arquitecto no contaba que esta roca italiana sufriría los embates del clima de Finlandia: una diferencia de 60°C (en verano 30°C y en invierno -30°C), la contaminación y gran cantidad de precipitaciones pluviales (el mármol absorbe el agua y con el frío se congela, ocasionando grietas en la piedra), lo que ha ocasionado su deterioro.

Foto cortesía de pica.

El blanco contrasta con el techo de cobre, cuyo color verdusco conversa con el de la vegetación que rodea al Salón.


DISTRIBUCIÓN

El edificio se desarrolla en tres niveles y consta de un Salón de Congresistas, un auditorio principal para conciertos, salón para música de cámara, salas de conferencias, áreas de exhibición y áreas de restaurante y servicios.

Primer nivel
Segundo nivel

Tercer nicel nivel

Al ingresar, unas escaleras nos conducen al foyer, en torno al cual se distribuyen los auditorios. Para Aalto, esta era otra reminiscencia italiana, al igual que los balcones que se asoman sobre una piazza.


El restaurante tiene capacidad para 600 personas y su espacio puede ser dividido en dos mediante el uso de paneles. Si bien está abierto al público, mayormente es para uso de los congresistas.

INTERIOR

Algo que impresiona al visitante es la cantidad de luz que este edificio recibe. Incluso, mucha gente que venía del norte del país se sorprendió de ver mucha luz y amplias ventanas, ya que ellos estaban acostumbrados a tener ventanas pequeñas para guardar calor y almacenar energía. Aalto quería brindar vitalidad al interior a través de grandes ventanas y mamparas de vidrio, cuyas vistas estaban volcadas hacia lo que él había sido concebido como una gran plaza dentro de su plan urbano.

Los colores predominantes al interior son blanco, gris y negro, colores neutrales ya que el arquitecto quería que su arquitectura se comportara como un fondo neutro y que la gente traiga el color.

El espacio principal del edificio es, obviamente, el salón de conciertos, que sin embargo es usado mayormente como centro para conferencias y congresos. Con 2500 m2, acoge 1700 asientos y 500 balcones.


Al interior, los colores azul y blanco representan los colores de la bandera de Finlandia.
El decorado interior expresa la técnica de combado de la madera, admás del típico enrejado que aparece en otras obras de Aalto, como el Ayuntamiento de Säynästalo.


En los 6000 m3 del espacio acústico, Aalto tenía la idea de que la música se elevara en lo alto de un gran espacio y que luego descendiera. Lamentablemente la música nunca regresó y por tanto la acústica no es buena. Además, los balcones para VIP pero no muy prácticos, ya que hay no buena visibilidad ni acústica.



Con el tiempo, se incluyeron varios elementos como el cielorraso a media altura y se quitaron otros como la alfombra.
Por ello, se está construyendo un nuevo edificio al lado del KIASMA que albergará una moderna sala de conciertos, por lo que el Finlandia Hall se utilizará para pequeños recitales en el futuro, dedicándose mayormente a acoger congresos.


Otro auditorio más pequeño para música de cámara tiene capacidad para 350 asientos. Los paneles acústicos son originales así como la pared con ondas. La cabina para traductores fue añadida por Elisa Aalto, su segunda esposa. El color rojo bermellón lo hace íntimo y cálido.



MOBILIARIO


Aalto era sobre todo un funcionalista y su mobiliario combina su facilidad de uso con fineza y simplicidad estética. Cada uno de los 30 tipos de lámparas fue diseñado por Aalto y su esposa. Algunas de estas lámparas me recordaron aquellas del Restaurante Savoy, que vimos anteriormente


Las mesas son ordinarias, ya que cuando se ponían una al lado de la otra podían ser ensambladas en varias formas.


Los muebles fueron hechos usando una técnica de torsión de la madera, que por razones de espacio detallaré en Anécdotas de Moleskine.

VER TAMBIÉN
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