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Minami Sanriku es el símbolo de la devastación que asoló el norte de Japón el 11 de marzo de 2011. El 95% del pueblo fue destruido y el 60% de sus pobladores perecieron (unas 10,000 personas) . Los sobrevivientes lo perdieron todo.
Una de las principales razones por las que nos llevaron a este sitio fue el dar a conocer de primera fuente el nivel de destrucción que vivió Japón y que el mundo parece haber olvidado, obsesionado por el mucho menos letal problema radiactivo en Fukushima. Pero además, esta entrega es un testimonio de la enorme fuerza de espíritu japonesa, de los niveles de respuesta ante la emergencia, las acciones de rescate y limpieza y los primeros planes de reconstrucción de la zonas afectadas.
EL TERREMOTO
Como es sabido, el 11 de marzo se produjo un enorme terremoto en Japón, cuya intensidad (9.0 en la escala de Richter), fue la más alta en su historia. Japón se asienta sobre la placa tectónica de Eurasia y es empujada por las placas del Pacífico y de Filipinas. Cada 30 años se espera un terremoto de grado 7 a 8 en esta zona (Miyagi Jishin), producto de la tensión acumulada de la placa Filipina. Lo que nadie esperaba, pues ocurre cada 1000 años, es un terremoto grado 9, producto de la ruptura de la placa del Pacífico (Miyagi Oki Jishin).
Sin embargo, debido al nivel de previsión japonés, el terremoto en sí no causó mayores pérdidas materiales ni humanas, a pesar de haber sido 1000 veces más intenso que el de Haití.
EL GRAN TSUNAMI
Debido a la frecuencia de maremotos en esta zona, dado el intricado perfil del litoral que reverbera las ondas de agua, la costa está protegida con diques y barreras de hasta 4 m. Sin embargo, la fuerza del terremoto hizo que toda la costa se hunda hasta 1 m. Además, nadie contaba con la super ola de 7 m que iba a sobrepasar las defensas de concreto sin ningún problema. Es más, dada la fuerza del maremoto, grandes bloques de esas defensas fueron lanzadas como proyectiles hacia las casas de madera que se hallaban en la orilla.
MINAMI SANRIKU
Minami Sanriku, un pueblo pesquero turístico, se ubica en una planicie alargada a la que desembocan tres ríos, que discurren por sendos valles angostos. Un promontorio de 3 m sobre el nivel del mar representa el punto más alto de la ciudad.
Tras experimentar 5 largos minutos de terremoto, Miki Endo, una trabajadora del Servicio de Previsión de Desastres recibió una alerta de tsunami y empezó a transmitir avisos de alarma a los habitantes. Muchos entonces se ubicaron en las azoteas de los pocos edificios altos del pueblo. Otros intentaron escapar en auto, ocasionando una gran congestión en las angostas calles del poblado.
40 minutos después, una gran ola llegó al poblado, arrastrando todo lo que se encontrara a su paso, y convirtiéndose en una mortal pared de escombros, autos y barcos que llegó a velocidades de hasta 100 km por hora.
Un vídeo del impacto del tsunami en Minami Sanriku.
Las estrechas calles canalizaban este líquido mortal, el que llegó a alcanzar 16 m de altura.
La servidora pública continuó heroicamente transmitiendo sin intentar buscar refugio, logrando salvar muchas vidas, hasta que fue engullida por el agua. Muchos de los que estaban en los techos no tuvieron mejor suerte. Al menos 31 de los 80 sitios designados para evacuación fueron inundados.
Tras arrasar con el pueblo, el maremoto siguió el curso de los ríos. Pudimos ver que la línea de agua alcanzó por lo menos unos 20 metros, extendiéndose hasta 3 kilómetros tierra adentro. Pero la pesadilla no terminó allí, debido a la fuerza con la que la ola regresó al mar, arrastrando todo a su paso.
Los que sobrevivieron y quedaron atrapados bajo los escombros y dentro de los carros, murieron después por hipotermia. Era marzo, y el área de Sendai es particularmente fría.
Aún así, equipos especiales lograron rescatar a 500 sobrevivientes, en un despliegue impresionante de organización y hasta acrobacia. Rápidamente se organizaron zonas de refugiados, carpas y hospitales itinerantes. Sin embargo, el pánico por la radiación de Fukushima se tradujo en escasez de alimentos, agua, baterías, frazadas, etc. y la paranoia exagerada de la prensa internacional sobre ese tema previno el concurso de miles de voluntarios y rescatistas de todo el mundo, en el momento que eran más necesitados.
2 MESES DESPUÉS.
Dos meses después, estoy parado frente a lo que fue Minami Sanriku y esta visión me evoca las fotos que viera en Hiroshima mostrando la destrucción de la ciudad después de la explosión atómica.
Los restos de alguno que otro edificio, salpicado de montañas de basura y de irreconocibles marañas de chatarra retorcida, que alguna vez fueron autos. Uno de ellos se encuentran en la azotea de un edificio de 3 pisos o 10 m de altura. Nunca había visto algo así.
La espesa bruma parece cargar aún miles de lamentos, gritos y lágrimas de tantos miles, y se arrastra, lastimera, haciéndonos respirar el olor de la desgracia.
Empero, impresiona la capacidad organizativa de los japoneses. Lo primero que han hecho es restaurar y limpiar todas las vías de comunicación. El aeropuerto de Sendai, pese al daño que sufrió, ha sido puesto en operación en tiempo récord. No solo en Minami Sanriku sino en otros pueblos visitados como Nobiru, hay enormes montañas de escombros trabajados por grúas, equivalentes a la basura que se habría recolectado en 23 años. En muchos sitios se ha clasificado la basura y los autos, buses y barcos son apiñados en ordenadas filas de chatarra.
En otras zonas la maquinaria ha procedido a demoler los edificios medio ruinosos , dejando una pampa inmensa, donde seguramente se partirá de cero para la nueva planificación de ciudades.
Además de ubicar los asentamientos un poco más altos, y de crear múltiples sistemas de defensa en el litoral, supongo que una de las cosas que deberán tomar en cuenta los planificadores será dotar vías de escape anchas y seguras. El sistema de alarma de tsunami funcionó a tiempo, pero muchos no pudieron escapar al ser atrapados por la congestión de tráfico.
También habrá mucho por hacer en el campo. Las zonas de cultivo (la agricultura es una actividad económica importante en el área) han sido arruinadas por la sal del agua marina, y tomará mucho tiempo desalinizar estos suelos.
Visitamos también zonas de refugiados, particularmente uno ubicado al lado de un museo (es sorprendente comprobar cómo los antiguos habitantes de la era Jomon vivían en lugares altos, y esto se debe a la presencia de fuertes tsunamis hace varios miles de años, como lo han demostrado las excavaciones).
Conversamos con los voluntarios quienes están tratando de dar alegría a un grupo de niños (muchos de ellos quedaron huérfanos, ya que las escuelas se ubicaban en lugares un poco más altos). No ha habido mucha ayuda internacional, al menos no proporcionalmente a la magnitud del desastre (hay un hospital itinerante donado por la cooperación israelí). Pero todo Japón se ha unido para ayudar. Nos cuentan que no es sólo dinero lo que necesitan. Tal vez lo más importante sean voces de aliento.
En los próximos meses espero volver a la zona del desastre y así poder compartir con Ud. los esfuerzos de reconstrucción de la zona. Hasta entonces.
Minami Sanriku es el símbolo de la devastación que asoló el norte de Japón el 11 de marzo de 2011. El 95% del pueblo fue destruido y el 60% de sus pobladores perecieron (unas 10,000 personas) . Los sobrevivientes lo perdieron todo.
Una de las principales razones por las que nos llevaron a este sitio fue el dar a conocer de primera fuente el nivel de destrucción que vivió Japón y que el mundo parece haber olvidado, obsesionado por el mucho menos letal problema radiactivo en Fukushima. Pero además, esta entrega es un testimonio de la enorme fuerza de espíritu japonesa, de los niveles de respuesta ante la emergencia, las acciones de rescate y limpieza y los primeros planes de reconstrucción de la zonas afectadas.
EL TERREMOTO
Como es sabido, el 11 de marzo se produjo un enorme terremoto en Japón, cuya intensidad (9.0 en la escala de Richter), fue la más alta en su historia. Japón se asienta sobre la placa tectónica de Eurasia y es empujada por las placas del Pacífico y de Filipinas. Cada 30 años se espera un terremoto de grado 7 a 8 en esta zona (Miyagi Jishin), producto de la tensión acumulada de la placa Filipina. Lo que nadie esperaba, pues ocurre cada 1000 años, es un terremoto grado 9, producto de la ruptura de la placa del Pacífico (Miyagi Oki Jishin).
Sin embargo, debido al nivel de previsión japonés, el terremoto en sí no causó mayores pérdidas materiales ni humanas, a pesar de haber sido 1000 veces más intenso que el de Haití.
EL GRAN TSUNAMI
Debido a la frecuencia de maremotos en esta zona, dado el intricado perfil del litoral que reverbera las ondas de agua, la costa está protegida con diques y barreras de hasta 4 m. Sin embargo, la fuerza del terremoto hizo que toda la costa se hunda hasta 1 m. Además, nadie contaba con la super ola de 7 m que iba a sobrepasar las defensas de concreto sin ningún problema. Es más, dada la fuerza del maremoto, grandes bloques de esas defensas fueron lanzadas como proyectiles hacia las casas de madera que se hallaban en la orilla.
MINAMI SANRIKU
Minami Sanriku, un pueblo pesquero turístico, se ubica en una planicie alargada a la que desembocan tres ríos, que discurren por sendos valles angostos. Un promontorio de 3 m sobre el nivel del mar representa el punto más alto de la ciudad.
Minami Sanriku antes y después del tsunami. Sólo un barrio en la esquina superior izquierda, al estar un poco más elevado y entre dos cerros, sobrevivió.
Tras experimentar 5 largos minutos de terremoto, Miki Endo, una trabajadora del Servicio de Previsión de Desastres recibió una alerta de tsunami y empezó a transmitir avisos de alarma a los habitantes. Muchos entonces se ubicaron en las azoteas de los pocos edificios altos del pueblo. Otros intentaron escapar en auto, ocasionando una gran congestión en las angostas calles del poblado.
40 minutos después, una gran ola llegó al poblado, arrastrando todo lo que se encontrara a su paso, y convirtiéndose en una mortal pared de escombros, autos y barcos que llegó a velocidades de hasta 100 km por hora.
Un vídeo del impacto del tsunami en Minami Sanriku.
Las estrechas calles canalizaban este líquido mortal, el que llegó a alcanzar 16 m de altura.
Estas fotos fueron tomadas en la azotea del Centro de Prevención de Desastres, de 3 pisos. Sólo dos personas sobrevivieron, aferradas a la antena de radio del edificio.
La servidora pública continuó heroicamente transmitiendo sin intentar buscar refugio, logrando salvar muchas vidas, hasta que fue engullida por el agua. Muchos de los que estaban en los techos no tuvieron mejor suerte. Al menos 31 de los 80 sitios designados para evacuación fueron inundados.
Centro de Prevención de Desastres, antes y después del impacto del tsunami. Nótese cómo antes el edificio era parte de un paisaje urbano compacto.
Tras arrasar con el pueblo, el maremoto siguió el curso de los ríos. Pudimos ver que la línea de agua alcanzó por lo menos unos 20 metros, extendiéndose hasta 3 kilómetros tierra adentro. Pero la pesadilla no terminó allí, debido a la fuerza con la que la ola regresó al mar, arrastrando todo a su paso.
Los que sobrevivieron y quedaron atrapados bajo los escombros y dentro de los carros, murieron después por hipotermia. Era marzo, y el área de Sendai es particularmente fría.
Aún así, equipos especiales lograron rescatar a 500 sobrevivientes, en un despliegue impresionante de organización y hasta acrobacia. Rápidamente se organizaron zonas de refugiados, carpas y hospitales itinerantes. Sin embargo, el pánico por la radiación de Fukushima se tradujo en escasez de alimentos, agua, baterías, frazadas, etc. y la paranoia exagerada de la prensa internacional sobre ese tema previno el concurso de miles de voluntarios y rescatistas de todo el mundo, en el momento que eran más necesitados.
2 MESES DESPUÉS.
Dos meses después, estoy parado frente a lo que fue Minami Sanriku y esta visión me evoca las fotos que viera en Hiroshima mostrando la destrucción de la ciudad después de la explosión atómica.
Los restos de alguno que otro edificio, salpicado de montañas de basura y de irreconocibles marañas de chatarra retorcida, que alguna vez fueron autos. Uno de ellos se encuentran en la azotea de un edificio de 3 pisos o 10 m de altura. Nunca había visto algo así.
La espesa bruma parece cargar aún miles de lamentos, gritos y lágrimas de tantos miles, y se arrastra, lastimera, haciéndonos respirar el olor de la desgracia.
Empero, impresiona la capacidad organizativa de los japoneses. Lo primero que han hecho es restaurar y limpiar todas las vías de comunicación. El aeropuerto de Sendai, pese al daño que sufrió, ha sido puesto en operación en tiempo récord. No solo en Minami Sanriku sino en otros pueblos visitados como Nobiru, hay enormes montañas de escombros trabajados por grúas, equivalentes a la basura que se habría recolectado en 23 años. En muchos sitios se ha clasificado la basura y los autos, buses y barcos son apiñados en ordenadas filas de chatarra.
Los automóbiles son apilados organizadamente en grandes cementerios de chatarra. Muchos de ellos eran nuevos o estaban listos para exportación.
En otras zonas la maquinaria ha procedido a demoler los edificios medio ruinosos , dejando una pampa inmensa, donde seguramente se partirá de cero para la nueva planificación de ciudades.
Además de ubicar los asentamientos un poco más altos, y de crear múltiples sistemas de defensa en el litoral, supongo que una de las cosas que deberán tomar en cuenta los planificadores será dotar vías de escape anchas y seguras. El sistema de alarma de tsunami funcionó a tiempo, pero muchos no pudieron escapar al ser atrapados por la congestión de tráfico.
Cuántos sueños arrancados, cuántas memorias perdidas. Este álbum fotográfico se encontró cerca a Nobiru.
También habrá mucho por hacer en el campo. Las zonas de cultivo (la agricultura es una actividad económica importante en el área) han sido arruinadas por la sal del agua marina, y tomará mucho tiempo desalinizar estos suelos.
Visitamos también zonas de refugiados, particularmente uno ubicado al lado de un museo (es sorprendente comprobar cómo los antiguos habitantes de la era Jomon vivían en lugares altos, y esto se debe a la presencia de fuertes tsunamis hace varios miles de años, como lo han demostrado las excavaciones).
Conversamos con los voluntarios quienes están tratando de dar alegría a un grupo de niños (muchos de ellos quedaron huérfanos, ya que las escuelas se ubicaban en lugares un poco más altos). No ha habido mucha ayuda internacional, al menos no proporcionalmente a la magnitud del desastre (hay un hospital itinerante donado por la cooperación israelí). Pero todo Japón se ha unido para ayudar. Nos cuentan que no es sólo dinero lo que necesitan. Tal vez lo más importante sean voces de aliento.
En los próximos meses espero volver a la zona del desastre y así poder compartir con Ud. los esfuerzos de reconstrucción de la zona. Hasta entonces.